martes, 24 de febrero de 2015

Billón y millardo en español

En español, un billón equivale a un millón de millones: (1012), es decir: 1 000 000 000 000. La palabra billón puede generar confusiones especialmente en contextos de traducción del inglés americano o del portugués de Brasil. En estas lenguas el equivalente a billón designa mil millones.

La RAE (DPD) define billón del siguiente modo:

billón. Voz procedente del francés billion, ‘un millón de millones (1012)’. Es inaceptable su empleo en español con el sentido de ‘mil millones’, que es el que tiene la palabra billion en el inglés americano. Para este último sentido, debe emplearse la voz millardo, procedente también del francés, o la equivalencia española mil millones.
 
A fines de 1995, la RAE aprobó el uso de la palabra millardo para designar el equivalente a mil millones, es decir, 1 000 000 000 (109). El DPD recomienda el uso de esta palabra para designar el valor de mil millones:

millardo. Adaptación gráfica de la voz francesa milliard, ‘mil millones (109)’[...]. Es voz de reciente incorporación al español, cuyo uso es recomendable para desterrar el empleo de la palabra billón con este sentido, calco rechazable del inglés americano y que puede dar lugar a peligrosas confusiones.


El uso de la palabra millardo genera, sin embargo, más resistencias que adhesiones y en general en España e Hispanoamérica sigue prefiriéndose la expresión mil millones.

Como lo indica la correspondiente entrada del DRAE, millardo es un vocablo empleado en Economía: Un millardo de pesos (mil millones de pesos). Pero si bien el término millardo suele usarse para referirse a la unidad monetaria que corresponde a mil millones, el uso de este vocablo no es exclusivo del ámbito de la Economía.

La iniciativa de la adopción del término millardo surgió de quien era presidente de Venezuela hacia 1995, Rafael Caldera, miembro de la Academia Venezolana de la Lengua. El fundamento era que en español no se usaba un vocablo específico para designar mil millones, y que se hacía recomendable introducir uno para evitar que la palabra inglesa billion (que en inglés americano equivale a mil millones) se tradujera por billón y afectara la numeración vigente en los países de habla hispana, generando confusión.
 
La palabra millardo es importada del francés (al igual que billón) y no tiene arraigo ni tradición en España ni en Hispanoamérica, con excepción de Venezuela, donde es de uso corriente en los medios masivos de comunicación. También en Colombia cuenta con cierta frecuencia de uso.

Millardo proviene del latín milliardum, y presenta términos equivalentes en otras lenguas además del francés: miliardo (italiano), milliard (inglés) y Milliarde (alemán).


Hiperinflación en Alemania (República de Weimar, 1923). Billetes bancarios de un billón de marcos (mil millardos) y de cinco billones de marcos (cinco mil millardos)

El término millardo no ha tenido difusión masiva fuera de Venezuela y es desconocido por gran parte de la comunidad hispanohablante. Entre quienes lo conocen, su uso no genera muchas adhesiones, por razones diversas:

- Se lo considera un calco de uso innecesario. Se prefiere seguir usando la expresión mil millones, que no es ambigua y es entendible por todos.
 
- Se trata de una palabra sin tradición en el español ni arraigo alguno entre la enorme mayoría de los hispanohablantes.

- Millardo no forma parte de la nomenclatura de los números, como decena, centena, millar, etc.

Un argumento en favor del uso de millardo es que llenaría, precisamente, ese vacío en la escala numérica, al aportar un término específico donde no lo había, y esto contribuiría a evitar la traducción de billion (inglés americano) por billón. Sin embargo, cabe objetar que el uso de millardo no necesariamente resolvería el problema de la traducción del billion del inglés americano. La cuestión a resolver no es cómo los hispanohablantes debemos referirnos a “mil millones”, sino cómo traducir el billion anglosajón o su equivalente en otra lengua. En otras palabras, la duda para el traductor es cuándo “billón” (billion, bilhão) significa “mil millones”, como ocurre con el inglés americano o el portugués de Brasil, a diferencia del uso mayoritario en Europa e Hispanoamérica. El uso de millardo en lugar de mil millones no contribuye a aclarar esta cuestión y debido a su falta de tradición y escasa difusión resulta extraña para los propios hispanohablantes, generando incluso confusión donde antes no la había.

En el inglés americano el billion equivale a mil millones, no a un millón de millones, como en casi toda Europa e Hispanoamérica. Se trata de un vocablo de uso relativamente frecuente, cuya mala traducción cambia de manera notable el significado del texto meta. Billion es un falso amigo para el traductor, y el uso de millardo no necesariamente simplifica las cosas.

Hay países que tienden a adoptar el equivalente a billón para designar mil millones, como el Reino Unido, y, con matices, Portugal e Italia. Es importante que el traductor tenga claro cuál es el referente, es decir, la cantidad que designa el vocablo que va a traducir; teniendo claro esto, puede expresarlo en millardos o en miles de millones, y si es conveniente, combinar cifras con letras. Por ejemplo, para expresar en español las siguientes ideas desde el francés (a.) o desde el inglés americano (b.):

a. El país se endeudó en dos millardos de dólares (milliards franceses);

o bien

b. *El país se endeudó en dos billones de dólares (billions estadounidenses)

---> Puede decirse que El país se endeudó en dos millardos de dólares; pero será más claro decir que El país se endeudó en 2.000 millones de dólares (dos mil millones de dólares), y resultará comprensible para toda la comunidad hispanohablante. En los ejemplos a. y b. la cifra en español es la misma: 2 000 000 000. Naturalmente, en b. sería un error traducir billions por billones: el referente de 2 billions sería “dos mil milllones” (dos millardos).




Es recomendable que los lectores estén atentos al enfrentarse a textos traducidos que incluyan cifras enormes o infinitesimales. Si leemos, por ejemplo, que la población mundial superó los siete billones de habitantes en 2011, seguramente en el texto habrá un error de traducción, ya que la población mundial es de poco más de 7 000 millones de habitantes (siete millardos de habitantes). La diferencia entre billones y miles de millones es enorme, y un error de traducción puede hacer que el texto meta pierda sentido. Asimismo, si leemos que la Tierra tiene 4,6 billones de años de antigüedad, estamos frente a un error. Se estima que la Tierra tiene aproximadamente 4,6 miles de millones de años de antigüedad, una cifra mil veces menor que la anterior. La primera versión sería absurda, si se considera que la antigüedad del Universo es 13.700 millones de años (mucho menos de un billón). Los mismos resultados absurdos pueden obtenerse para las pequeñas cantidades, si se traducen erróneamente expresiones como “partes por billón” sin considerar las diferencias que el uso de la palabra billón puede tener, por ejemplo, en inglés americano y en español.

 
Numeración en Occidente: escala larga y escala corta

El uso de billion como equivalente a mil millones responde al empleo de la denominada escala corta de numeración, de uso en los países de habla inglesa y en Brasil, entre otros.

En Occidente hay dos maneras de nombrar los grandes números: la escala larga y la escala corta. Las dos fueron teorizadas y exportadas por Francia (al igual que las unidades de peso y medida, el gramo y el metro), en épocas distintas. Hay países que adoptan una u otra, e incluso en algunos países se da un uso que no es tan claro.

En la escala larga, para tener el prefijo del siguiente orden se debe multiplicar por un millón.
En la escala corta, para tener el prefijo del siguiente orden se debe multiplicar por mil.

Escala larga:

MIL* / 1 000 / 103
MILLÓN / 1 000 000/ 106
MILLARDO / 1 000 000 000 / 109
BILLÓN / 1 000 000 000 000 / 1012
MIL BILLONES / 1 000 000 000 000 000 / 1015
TRILLÓN / 1 000 000 000 000 000 000 / 1018
MIL TRILLONES / 1 000 000 000 000 000 000 000 / 1021
CUATRILLÓN / 1 000 000 000 000 000 000 000 000 / 1024 

*En español, mil y millar designan la misma cantidad  
(1 000).
Hay mil personas en el concierto. / Hay un millar de personas en el concierto.

La escala larga está vigente en francés, español, alemán, y, con matices, en italiano, entre otras lenguas.
 
Escala corta:

MIL / 1 000 / 103
MILLÓN / 1 000 000 / 106
BILLÓN / 1 000 000 000 / 109
TRILLÓN / 1 000 000 000 000 / 1012
CUATRILLÓN / 1 000 000 000 000 000 / 1015
QUINTILLÓN / 1 000 000 000 000 000 000 / 1018

Es la numeración vigente en Estados Unidos y se ha impuesto a todos los países de habla inglesa. También rige en Brasil, entre otros países.



Históricamente, la escala larga se ha utilizado en Francia desde el fin del siglo XV y se extendió por Europa hacia el siglo XVII, cuando se definió la escala corta. El francés ya usaba la palabra milliard desde el siglo XVIII; luego le siguieron el italiano y el alemán. El inglés de Inglaterra tomó la voz milliard con el mismo significado que en francés, pero recientemente recogen la palabra billion según el uso estadounidense (mil millones).

La palabra billón como equivalente a mil millones fue adoptada en el siglo XVII por una corriente de matemáticos anglosajones, y con el tiempo fue imponiéndose en distintos países.


Es importante que los traductores verifiquen cuál es la cantidad designada en el texto fuente, y luego busquen el correspondiente equivalente en la lengua meta. Para añadir un elemento de complejidad a la cuestión, es preciso considerar que el término billón ha variado en la segunda mitad del siglo XX en algunos países:

- Francia propuso volver a la escala larga en 1948 en la Conferencia Internacional de Pesas y Medidas, y confirmó su elección en 1961.

- El Primer Ministro Británico Harold Wilson anunció a los Comunes en 1974 que su gobierno adoptaba la escala corta y el uso del billón como los Estados Unidos; fue seguido por los demás países alglosajones en la década de 1990.

- En 1994 el gobierno italiano confirmó la adopción del billón de la escala larga y el millardo. El uso popular oscilaba entre las dos escalas.


Uso de la palabra millardo

En su Diccionario de usos y dudas del español actual, José Martínez de Sousa se refiere a la aprobación del neologismo millardo por la RAE en los siguientes términos:

“Al parecer, la Academia acogió esta palabra en diciembre de 1995 con el significado que se apunta, a propuesta del académico venezolano Rafael Caldera, a la sazón presidente de este país. Es un error. La palabra millardo, crean lo que crean los académicos, no viene a resolver el problema del billón norteamericano, sino más bien a complicar las cosas. La duda no radica en utilizar la grafía mil millones o millardo, sino en saber cuándo billón significa 'mil millones', según el uso norteamericano, y cuándo 'un millón de millones', según el uso mayoritario en Europa. Utilizar uno u otro término sería indiferente si no fuera porque millardo es una palabra de origen extraño que no necesitamos en absoluto”.
 
Hay palabras no incluidas en el DRAE que presentan cierta frecuencia de uso y que luego son aprobadas e incorporadas al diccionario. El caso de millardo resulta desconcertante para la comunidad hispanohablante porque se ha seguido el recorrido inverso: en lugar de incluirse un neologismo surgido del uso, el diccionario propouso un neologismo con la aspiración de que luego pasara al uso efectivo. Tal vez este recorrido poco natural contribuya a la impopularidad del término millardo.

La adopción del término millardo introduce una modificación a nivel del léxico que afecta el dominio de las matemáticas y ciencias en las que se haría frecuente la utilización de esta unidad. Con más razón la adopción del neologismo debería acompañarse de una difusión mayor de la que por el momento tiene.

Si bien millardo fue aprobado por la RAE y su uso es incluso recomendado por el DPD, varios manuales de estilo recomiendan seguir empleando mil millones (por millardo) y miles de millones (por millardos).

Para algunos, millardo es un galicismo innecesario; para otros, un vocablo que aporta precisión a la escala numérica. Para la mayoría de los hispanohablantes es, simplemente, un término desconocido.

martes, 17 de febrero de 2015

La rebelión de los Cristóbales

 
Acepto por Cristo - la vida más triste - que existe en la tierra
La vida más dura - más pobre y oscura - la vida más perra.
La vida que dijo - que le daba lástima - San Juan de la Cruz
A la que la misma - Teresa confiesa - no le encuentra luz.
Acepto la vida - que es lucha perdida - continua derrota
El terrible ayuno - sin premio ninguno - muerte gota a gota.
Renuncio a las bodas - con Julia y a todas - las compensaciones
Todos los resortes - del vivir, los nortes - sostenes y horcones.
Acepto este plomo - tremendo en el lomo - y la estepa yerma
Sin oasis, como - la célula enferma - de una época enferma...

Leonardo Castellani. Versos atribuidos al Cura Loco en Su Majestad Dulcinea (1956), Primera Parte: “La rebelión de los Cristóbales”; Capítulo I: “A la Chacarita”.




S u c e d i ó    M a ñ a n a.
Su Majestad Dulcinea. Historia pueril - profético - policial - prodigioso - político - religiosa de fin de este siglo, extraída de las memorias de Luis Sancho Vélez de Zárate Namuncurá (A) el Cura Loco, Primer Patriarca del Neo-Virreinato del Río de la Plata.




Su Majestad Dulcinea, Primera Parte: “La rebelión de los Cristóbales”; Capítulo I: “A la Chacarita”.






sábado, 14 de febrero de 2015

La oración de San Cristóbal



                                         *Por Leonardo Castellani

Hay casos en que el mismo Dios parece
que no puede salir y está envarado
y hay casos que parece que obedece
Dios a una ley que Él mismo se habrá dado...

Y hay veces que parece que perece
todo un mundo, y un hombre ¿qué es al lado?
y un hombre entonces se empeñó, y ofrece
sostén de Dios el costillar cansado.

Como a Jesús el ángel en el Huerto
sostiene un hombre a Dios y así confiesa
si no su gloria, su existencia cierto.

Está en silencio inmóvil, pero reza
camina y habla pero como muerto,
todos se ríen, todo apoyo cesa...

Y él como el estilita* en el desierto,
aguanta el cielo sobre su cabeza.

                                      13 de mayo de 1942 

*Estilita. (Del gr. στυλίτης).
Adj. Dicho de un anacoreta: que por mayor austeridad vivía sobre una columna (RAE). Los estilitas fueron monjes cristianos solitarios que vivieron en el Medio Oriente a partir del siglo V. Transcurrían su vida de oración y penitencia sobre una plataforma colocada en la cima de una columna (stylos, en griego). Esta práctica fue bastante habitual en el Oriente cristiano, especialmente en las cercanías de Antioquía y en Siria.


San Cristóbal


San Cristóbal es uno de los Catorce Santos Auxiliadores. Su nombre significa Portacristo, es decir, portador de Cristo o el que lleva a Cristo. Este nombre recuerda el hecho de haber llevado al Niño Jesús en sus hombros para ayudarlo a atravesar un río caudaloso, de acuerdo a la tradición. Padeció el martirio a mediados del siglo III, en el Asia Menor. 

El culto a San Cristóbal de Licia es de origen oriental y llegó a Occidente después del siglo V. De Constantinopla pasó a Sicilia y de allí a Europa Occidental. Fue uno de los santos más venerados durante la Edad Media y se lo representó en cuadros, murales, esculturas y ornamentaciones de diverso tipo, en iglesias y en murallas de ciudades. En su honor se hicieron templos y monasterios, tanto en Oriente como en Occidente.
 
Su culto perdura hasta la actualidad. Por ser patrono de los viajeros, los automovilistas lo celebran como protector suyo y muchos adornan sus vehículos con la medalla del santo.

* * *

Poco se sabe con certeza de la vida de San Cristóbal mártir (Cristóbal de Licia), y existen distintas tradiciones cristianas al respecto. La tradición católica, transmitida principalmente por la Legenda Aurea (ca. 1282), una compilación de relatos hagiográficos reunidos por el arzobispo dominico italiano Jacobo de la Vorágine en el siglo XIII, lo describe como un gigante cananeo que ayudaba a los viajeros a atravesar el vado llevándolos sobre sus hombros; este oficio de vadeador era necesario en una época en que escaseaban los puentes. En una ocasión ayudó al Niño Jesús a cruzar el río. Sorprendido por el peso que llevaba, y que aumentaba a medida que se sumergía en el agua, el Niño le explicó al vadeador que Él cargaba con el peso del mundo, con sus pecados. El pequeño Jesús le dijo que era Cristo -a quien el santo buscaba- y que ayudando a quienes necesitaran cruzar el río lo estaría ayudando a Él. También le dijo que si fijaba en la tierra la vara seca que llevaba por báculo, florecería y hasta tendría frutos. Efectivamente, la vara plantada en la tierra a la mañana siguiente se había convertido en una esbelta palmera.

El vadeador fue bautizado con el nombre de Cristóbal y se le encomendó la prédica. De acuerdo a la tradición, Cristóbal fue bautizado en Antioquía. Fue un predicador elocuente. Se considera que Cristóbal portó a Cristo de cuatro maneras: en los hombros, en los labios, en el corazón y -en su martirio- en todo el cuerpo. 

El emperador Decio ordenó perseguir a los cristianos. Cristóbal se negó a sacrificar a falsos dioses y fue martirizado. Se lo sometió a diversos suplicios, que no lograron darle muerte: fue flagelado, se le colocó un casco candente, fue tendido sobre una parrilla y fue asaetado. Ninguna flecha dio en el blanco; pero una hizo perder un ojo a Dagón, prefecto de Licia a cargo de la ejecución de Cristóbal. Al saber que sería decapitado, Cristóbal le dijo a Dagón que se ungiera el ojo herido con un poco de su sangre, ya que así sanaría y reconocería a su creador. Dagón hizo lo indicado por Cristóbal, recuperó la vista y se convirtió al cristianismo.

* * *

San Cristóbal es el patrono de los viajeros y trabajadores del transporte, de los marineros y barqueros; su patronazgo alcanza especialmente a todo lo que implique riesgo en tránsito en vida o hacia la muerte. La ciudad de La Habana, capital de Cuba, lleva su nombre, ya que fue fundada como San Cristóbal de La Habana. San Cristóbal es patrono de diversas ciudades hispanoamericanas y también alemanas, como Brunswick y Stuttgart.


Iconografía y mitología

En diversas tradiciones se atribuyen a San Cristóbal los nombres Ofero, Réprobus o Relicto, antes de su conversión. Era un hombre de singular tamaño, o al menos contaba con fuerza suficiente como para desempeñar su oficio de vadeador. En una antigua leyenda, según la cual el santo habría nacido en una tribu norafricana, se le atribuyen por su fisonomía rasgos de cinocéfalo, lo que dio origen a la representación oriental de la cabeza de perro.

San Cristóbal cinocéfalo (ícono). Crédito: Wikipedia.

Se dice que antes de su conversión, Ofero quería servir a Jesús, ya que había sabido que era tan poderoso que hasta el demonio temía la sola mención de su nombre. Comenzó a vagar preguntando cómo podía servir a Jesús, hasta que un ermitaño le dijo que cerca había un río en el que morían muchos que intentaban atravesarlo; y que con su estatura y fuerza él bien podría pasarlos de una orilla a la otra cargándolos sobre sus hombros, y de ese modo hallaría la respuesta que buscaba. Ayudado con una vara gruesa, Ofero comenzó a desempeñarse como vadeador, y allí transportó al Divino Niño.


Hay diversas tradiciones en torno a la vida de San Cristóbal, y una iconografía que varía en Oriente y Occidente. Considerando la iconografía disponible, hay rasgos que permiten establecer una semejanza entre la representación del santo y elementos de la mitología clásica y pagana, transmitidos en la cultura popular a través de imágenes y relatos.
  • En la iconografía de Oriente hay representaciones de San Cristóbal que asemejan su figura a la de Anubis, dios egipcio encargado de conducir a los muertos a la otra vida, que con frecuencia se representaba como un hombre con cabeza de perro.
  • En la iconografía de Occidente se representa a San Cristóbal como un vadeador que lleva al Niño Jesús a cuestas. Esta figura guarda semejanza con la representación de Eneas -héroe troyano, hijo del príncipe Anquises-, llevando a sus espaldas a su anciano padre, en la mitología grecorromana.
  • En cuanto al significado iconológico, es decir, a las funciones simbólicas que revela la iconografía, el oficio de vadeador que transporta a los viajeros de una orilla a otra del río, recuerda al barquero Caronte, que transportaba a las almas a través de la laguna Estigia en la mitología griega.
  • Por su fortaleza física y moral, la representación de San Cristóbal recuerda al Hércules (Heracles), héroe de la mitología griega, quien tuvo que superar sucesivas pruebas (trabajos) para lograr sus objetivos; lo propio hizo San Cristóbal, que con el ejemplo de su vida y los sucesivos suplicios del martirio salvó su alma.
  • En la mitología griega, Hermes era un dios conductor de almas y patrono de los viajeros, y la iconografía lo representa a veces cargando al niño Dioniso, al que transportó por mandato de Zeus para ser criado por las Ninfas.
  • El hecho de que la iconografía representara a San Cristóbal cargando a Cristo, y con él, el mundo en sus hombros, asemeja la figura del santo a la representación de Atlas, el titán que tenía que cargar sobre sus hombros los pilares que mantenían la Tierra (Gea) separada de los cielos (Urano), por castigo de Zeus.
Para algunos autores, estas coincidencias pueden postularse como préstamos iconográficos, resignificados por la tradición cristiana. Como sea, en la iconografía cristiana se destacan como atributos del santo el hecho de ser un facilitador en el tránsito -en la vida y en la muerte- y un vencedor en todas las pruebas, con la gracia de Dios.




Catorce Santos Auxiliadores


Los Catorce Santos Auxiliadores son venerados en la Iglesia Católica como intercesores eficaces contra diversos peligros que pueden presentarse en la vida. El culto a estos santos cobró especial impulso en el siglo XIV, en la región de la Renania (Alemania), probablemente como consecuencia de la peste negra (peste bubónica), que asoló a Europa en ese tiempo; sin embargo, estos santos eran reverenciados juntos desde el siglo IX.
 
Lo Catorce Santos Auxiliadores son:

San Acacio, mártir, invocado contra los dolores y males de la cabeza.
Santa Bárbara, virgen y mártir, invocada contra la fiebre y la muerte súbita. También se pide su protección en las tormentas eléctricas.
San Blas, obispo y mártir, invocado contra los males de la garganta y del sistema respiratorio.
Santa Catalina de Alejandría, virgen y mártir, invocada contra la muerte súbita y los problemas del habla.
San Cristóbal, mártir, invocado contra la muerte súbita, las pestes y los peligros durante viajes.
San Ciríaco, diácono y mártir, invocado contra la tentación a la hora de la muerte.
San Dionisio de París (Saint Denis, en francés), obispo y mártir, invocado contra los dolores y males de la cabeza.
San Erasmo, obispo y mártir, invocado contra las enfermedades intestinales.
San Eustaquio, mártir, invocado contra la discordia familiar.
San Gil Abad (San Egidio, en italiano), ermitaño y abad, invocado contra la peste, y para hacer una buena confesión.
San Jorge de Capadocia, soldado y mártir, invocado para conseguir la curación de los animales domésticos.
Santa Margarita de Antioquía (Santa Marina de Antioquía, en la Iglesia Ortodoxa), virgen y mártir, invocada durante el parto y contra los ataques diabólicos.
San Pantaleón, obispo y mártir, invocado por los médicos.
San Vito (Saint Guy, en Francés), mártir, invocado contra la epilepsia.

Con excepción de San Egidio abad, todos fueron mártires.

La Virgen, especialmente en la advocación de María Auxiliadora, es invocada en petición de socorro.

El principal templo para la devoción de los Catorce Santos Auxiliadores es la Basílica de Vierzehnheiligen, en Alemania.

Basílica de Vierzehnheiligen (Alemania). Crédito: Wikipedia.

El papa Pablo VI revisó el Calendario General Romano para la veneración universal y en 1969 estableció que en el Calendario Católico Romano de Santos se abandonarían las celebraciones individuales de San Jorge, Santa Bárbara, Santa Catalina de Alejandría, Santa Margarita de Antioquía y San Cristóbal, entre otras, alegando que la historicidad de la vida de esos santos no estaba suficientemente documentada. La modificación implicaba considerar que el culto a estos santos y sus celebraciones individuales de acuerdo al santoral dejaban de ser obligatorias y oficiales. Permanecen, sin embargo, en la tradición; cuentan con numerosos patronazgos, milagros atribuidos a su intercesión y templos en su honor. Se permite la representación iconográfica de estos santos y la veneración de los fieles, pero desde 1969 la Iglesia no promueve oficialmente su culto.
 
En 2004, el papa Juan Pablo II restituyó para el 25 de noviembre un memorial opcional para Santa Catalina de Alejandría, cuya voz fue oída por Santa Juana de Arco, también mártir.


A pesar de las modificaciones romanas, el culto a San Jorge, Santa Bárbara, Santa Catalina de Alejandría, Santa Margarita de Antioquía y San Cristóbal se mantiene entre los fieles. Los mártires siempre han sido, para los cristianos, testimonio de la fe verdadera. Así rezaba Isabel la Católica, dispuesta a morir como ellos:

Oración de Isabel la Católica

Tengo miedo, Señor,
de tener miedo
y no saber luchar.
Tengo miedo, Señor,
de tener miedo
y poderte negar.
 
Yo te pido, Señor,
que en Tu grandeza
no te olvides de mí;
y me des con Tu amor
la fortaleza
para morir por Ti
.



martes, 10 de febrero de 2015

Oración a Nuestra Señora de los Buenos Aires


por Francisco Luis Bernárdez

Virgen que das el puerto de tus brazos,
Virgen que das el puerto de tus ojos,
tanto a la embarcación hecha pedazos
como a la voluntad hecha despojos;

que con tu nombre calmas las pasiones
y los desordenados movimientos,
los movimientos de los corazones
y las pasiones de los elementos;

que con el nombre con que das la calma
diste comienzo a la ciudad querida,
puesto que dar el nombre es dar el alma, 
puesto que dar el alma es dar la vida;

Virgen que favoreces nuestras cosas
con tus imploraciones insistentes,
porque tus manos misericordiosas
cuando se juntan son omnipotentes;

Virgen que con tus manos aseguras,
Virgen que con tus manos iluminas
los derroteros y las singladuras
de las generaciones argentinas;

Nuestra Señora de los Buenos Aires
antes de que aparezca el Anticristo,
pídele a Dios que funde a Buenos Aires
por vez tercera, pero en Jesucristo;

para que cuando caigan las estrellas,
y la luna se apague con el viento,
y de la luz del sol no queden huellas
ni en la memoria ni en el firmamento;

para que cuando en forma decisiva
la Palabra de Dios nos interrogue;
para que cuando el río de agua viva
nos apague la sed o nos ahogue;

para que cuando suene la trompeta
sobre la confusión de las campanas,
y el demonio se quite la careta,
y aparezca el Ladrón en las ventanas;

para que cuando vuelvan del olvido
todos los que disfruten de sosiego,
y este renacimiento prometido
sea para la luz o para el fuego;

para que cuando el río de la Plata
pueda llamarse río de Sangre,
y convertido en una catarata
el cielo moribundo se desangre;

para que cuando cese la discordia,
para que cuando cese la codicia,
para que cuando la Misericordia 
dé paso finalmente a la Justicia;

para que cuando el tiempo se resuelva
en un hoy sin ayer y sin mañana,
y el espacio de ahora se disuelva
en una dimensión ultramundana;

para que cuando todo esté marchito,
las mujeres, los niños y los hombres
que nacieron aquí tengan escrito
en las frentes el nombre de los nombres;

y para que la bienaventurada 
ciudad de Buenos Aires sobreviva,
convertida en la parte más poblada
de la Jerusalén definitiva.

 
Basílica Nuestra Señora de los Buenos Aires (barrio de Caballito)


Basílica Nuestra Señora de los Buenos Aires. Parte superior del templete. Ángeles en Adoración y tocando las trompetas.





Basílica Nuestra Señora de los Buenos Aires. Acceso principal (Av. Gaona 1730).

martes, 3 de febrero de 2015

Seis sonetos de Francisco Luis Bernárdez





El destello

Aunque el cielo no tenga ni una estrella
y en la tierra no quede casi nada,
si un destello fugaz queda de aquella
que fue maravillosa llamarada,

me bastará el fervor con que destella,
a pesar de su luz medio apagada,
para encontrar la suspirada huella
que conduce a la vida suspirada.
 
Guiado por la luz que inmortaliza,
desandaré mi noche y mi ceniza
por el camino que una vez perdí,
 
hasta volver a ser, en este mundo,
devuelto al corazón en un segundo,
el fuego que soñé, la luz que fui.



Soneto al Niño Dios

Te llamé con la voz del sentimiento
antes de la primera desventura,
te busqué con la luz, aún oscura,
que despuntaba en el entendimiento.

Pero siempre, Señor, sin fundamento.
Pero nunca, Señor, con fe segura,
porque la luz aquella no era pura
y aquella voz se la llevaba el viento.

Fue necesario que muriera el día,
que viniera la noche, que callara
la voz y que cesara la alegría,

para que yo te descubriera, para
que la desolación del alma mía
en el llanto del Niño te encontrara.


Navidad

I La Fe

Por lo desconocida y por lo bella,
por lo profunda y por lo desolada,
esta noche, Señor, es como aquella
que te sirvió de cuna y de posada.

Esta dulce mirada de doncella
con que mira la noche abandonada
es la mirada de la misma estrella
que presenció en silencio tu llegada.

Este dolor es el dolor del hombre
que a pesar de sufrir tuvo confianza
en el advenimiento de tu Nombre.

Estos ojos, Señor, son como aquellos
ojos que no perdieron la esperanza
de que vinieras a llorar por ellos.


 
Nocturno

¿Qué fuego es éste cuyo fiel latido,
cada vez más profundo y más cercano,
sólo para mi pecho es parecido
a la palpitación de un ser humano?

¿Qué paso es éste cuyo leve ruido,
siendo en las sombras un sonido vano,
sólo en mi corazón tiene sentido,
porque resuena como el de un hermano?

¿Qué voz es esta voz cuyo sonido,
sin turbar el silencio soberano,
sólo sabe sonar para mi oído?

¿Qué mano es ésta cuyo amor lejano,
mientras el mundo entero está dormido,
sólo se acuerda de mi pobre mano?



Agua y fuego

Dolor y amor en forma de agua y fuego
se reparten mis horas fugitivas,
y con olas y llamas sucesivas
soy el mar y la luz en que me anego.

Unas veces en chispas sin sosiego
y otras veces en gotas pensativas,
subo cantando a las estrellas vivas
o me sepulto en el abismo ciego.

Cuando el fuego amoroso es más ardiente,
el agua se desata dulcemente
y apaga en llanto los latidos rojos.

Pero el fuego despunta nuevamente,
se apodera del mundo y de mi frente
y enjuga en paz el agua de mis ojos.


La paz

Ya quieta el agua, silencioso el viento,
la tierra en paz y el fuego consumido,
encuentro el derrotero perseguido
y entro en mi corazón con paso lento.

Ya perdido en su puro sentimiento
de pájaro callado y escondido,
sólo escucho su lánguido sonido,
sólo siento su blando movimiento.

Sobre la dulce muerte de las cosas,
el cielo; con sus alas poderosas,
cubre el mundo hasta el último confín.

Y en el silencio del celeste abismo,
mi ser se va olvidando de sí mismo
y abre los ojos a la luz sin fin.





                                                                       Francisco Luis Bernárdez, poeta argentino
                                                                          nacido en Buenos Aires (1900 - 1978)

 

El destello

La metaforía de la luz recorre el poema, y remite a la divinidad. La Luz divina es el sumo Bien, la Verdad, la Sabiduría eterna.

El contraste entre luz y oscuridad estructura el soneto. De acuerdo a su fulgor o intensidad, la luz se presenta en grados: maravillosa llamarada, luz que inmortaliza // el fuego que soñé, la luz que fui // destello fugaz (pero fervoroso), luz medio apagada // (mi) noche, cielo sin estrellas. Pero, como en el comienzo del Evangelio de San Juan, la Luz resplendece en medio de las tinieblas (lux in tenebris lucet).

El yo lírico plantea una conjetura: si en el mundo reinara la oscuridad, pero hubiera aún algún destello de Luz (primer cuarteto), sería suficiente para encontrar el camino que conduce a la vida eterna (segundo cuarteto); esa luz lo guiaría al camino que había perdido (primer terceto) y él volvería a ser, recobrada la gracia, fuego y luz (segundo terceto).

En el poema, la luz parece remitir al Camino (suspirada huella), Verdad (maravillosa llamarada, destello fervoroso, guía) y Vida (vida suspirada, luz que inmortaliza), es decir, Jesucristo. La Luz es activa: guía; y el yo lírico es quien debe dejarse guiar e iluminar por la gracia (la luz que fui), para aspirar a la vida eterna (el fuego que soñé), para la que fue creado. 

Como en otros poemas de Francisco Luis Bernárdez, se presenta el motivo del alejamiento como algo episódico: si el yo lírico se extravía y pierde el camino, en la medida en que no rechace la gracia, puede guiarse por la luz. Se destaca la Esperanza, ya que si en el mundo reinara la oscuridad y el hombre se extraviara, bastaría un destello de la Luz para que pudiera rectificar el camino errado (encontrar la suspirada huella, el camino que una vez perdí) y reparar (desandaré mi noche) por medio de la conversión y la penitencia (mi ceniza).

Soneto al Niño Dios

Los vocativos están dirigidos a Dios (te llamé, Señor, te descubriera, te encontrara). En el poema contrastan la luz y la oscuridad. El yo lírico es activo, pero ha buscado a Dios de manera imperfecta: con la temprana voz del sentimiento, con la luz aún oscura de su entendimiento (primer cuarteto); sin fundamento ni fe segura porque le faltaba pureza a la luz del entendimiento; su difusa y errática voz se perdía en el viento (segundo cuarteto).

En la oscuridad de la noche (primer terceto) el yo lírico descubre al Salvador. Lo encuentra, en la desolación de su alma, en el llanto del Divino Niño (segundo terceto).

Navidad

I La Fe

El yo lírico dirige el vocativo a Dios (Señor), y desde el título anticipa el tema central, que es la fe.
La noche que vive el yo lírico es como aquella noche prometida: bella y profunda. Los sucesos tan altos que en ella ocurrieron tuvieron, como la presente noche, un marco inhóspito (primer cuarteto), pero suavizados por la dulce mirada de la Doncella (segundo cuarteto), la Virgen María.

En el poema se establece una analogía entre la noche de la Natividad del Señor, la noche de las noches, con el presente que vive el yo lírico. Así como hubo hombres sufrientes y esperanzados que tuvieron fe en el advenimiento del Salvador (primer terceto), el yo lírico mantiene la esperanza en en Él, ya que el Salvador ha venido también a llorar por sus ojos (segundo terceto). El yo lírico asume la relación personal que Dios establece con cada hombre, y se le revela en el dolor.

Nocturno

En poesía, un nocturno es una composición en la que se recrea algún aspecto de la noche, generalmente apacible. En este poema no se menciona ningún aspecto de la nocturnidad, con excepción de la vaga referencia a las sombras. La composición se desarrolla en sucesivas preguntas retóricas. Aquí la noche parece más bien remitir al misterio, expresado en los interrogantes planteados.

El yo lírico se pregunta por el fuego, cuyo fiel latido siente palpitar, profundo y cercano (primer cuarteto), como el de una persona. Se interroga también por el paso que percibe en las sombras, pero que en su corazón resuena como el de un hermano (segundo cuarteto). Asimismo, el yo lírico se pregunta por la voz, solo audible para su oído (primer terceto); y finalmente, por la amorosa mano que se acuerda de su pobre mano (segundo terceto). 

El fiel latido del Corazón abrasado, el suave paso -que es preciso seguir-, la voz que llama al oído y la amorosa mano son atributos de Jesucristo, que ama, guía, acompaña, llama y consuela a los hombres.

Agua y fuego

El dolor y el amor se presentan como elementos en tensión, que finalmente logran un equilibrio. Estos elementos, metaforizados, se presentan en diversos grados:

Dolor: agua, olas, mar, gotas pensativas.
Amor: fuego, llamas, luz, chispas sin sosiego.

En sus horas fugitivas, el desasosegado yo lírico, agitado, alterna entre subir cantando a las estrellas vivas o sepultarse en el abismo ciego.

Finalmente, el agua (llanto) extingue con dulzura el fuego ardiente (latidos rojos); pero esto no impide que el fuego pueda despuntar y enjugar en paz el llanto, restableciéndose así un equilibrio capaz de moderar pasiones tan dispares como el amor, que inflama, y el dolor, que languidece.

La paz

Para San Agustín la paz es “la tranquilidad en el orden”. El yo lírico encuentra la paz (quieta el agua, silencioso el viento, el fuego consumido): llega al derrotero perseguido, por el camino acertado que venía transitando, y entra en su corazón (primer cuarteto). Lo hace lentamente, pues apenas percibe su lánguido sonido y su blando movimiento, como de pájaro callado y escondido (segundo cuarteto). Percibe, asimismo, la caducidad de las cosas del mundo, que el cielo cubrirá con sus poderosas alas (primer terceto). 

El yo lírico, que se refiere a sí mismo empleando la tercera persona, se abandona, por fin, al silencio del celeste abismo “y abre los ojos a la luz sin fin” (segundo terceto): nace a la Vida verdadera.


Divina Comedia, ilustración del Canto XXVII del Paraíso,
por Gustave Doré (1832 - 1883)